Licencia Social y RSE, bajo una nueva luz
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- hace 7 días
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Por Héctor Villaverde.
Cuando las buenas intenciones no son suficientes
Imaginate que una empresa que trabaja en economía circular llega a tu territorio, con el fin de reconvertir residuos orgánicos en compost reutilizable en las actividades agrícolas de tu comunidad. Trae consigo reconocimiento público por su emprendimiento, informes de sostenibilidad y amplia difusión en medios que promueven el desarrollo sustentable. Además, le mueve la convicción absoluta de que su proyecto será recibido con los brazos abiertos.
Meses después, la misma empresa enfrenta protestas masivas y titulares negativos en los periódicos.
¿Qué salió mal? La respuesta va mucho más allá de una simple falla de comunicación o de un programa de responsabilidad social mal diseñado. Estamos ante algo más profundo: una serie de supuestos y dinámicas que raramente se discuten pero que determinan el éxito o fracaso de la relación entre empresas y comunidades.
Exploremos la Licencia Social para Operar (LSO) y la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) bajo una nueva luz, incorporando cuatro conceptos revolucionarios: el enfoque de “socios”, la “benevolencia presunta”, la “eficacia colectiva” y el “efecto de compresión”. Estos conceptos nos ayudarán a entender por qué tantos proyectos empresariales, incluso aquellos con las mejores intenciones, enfrentan resistencia comunitaria.
Conceptos básicos, un rápido repaso
Recordemos brevemente qué son la LSO y la RSE:
· La Licencia Social para Operar (LSO) es la aceptación que una comunidad otorga (o no) a un proyecto empresarial. No es un documento formal sino algo que existe en la percepción y actitud de las personas afectadas por las operaciones de una empresa.
· La Responsabilidad Social Empresarial (RSE) abarca las políticas y programas formales mediante los cuales las empresas gestionan sus impactos en la sociedad y el medio ambiente, desde reportes de sostenibilidad hasta programas comunitarios.
Tradicionalmente, hemos visto similitudes, diferencias y contradicciones entre estos conceptos. Pero ahora, estas cuatro nuevas ideas nos llevan a reelaborar esta relación.
De “beneficiarios” a “socios”, una revolución en las relaciones
Tradicionalmente, las comunidades han sido vistas como “beneficiarias” de programas sociales o como “otorgantes de permiso” para operar. El concepto de “socios” modifica la dinámica de estas percepciones.
El concepto de socios significa que las comunidades:
· Participan en la toma de decisiones desde el inicio del proyecto
· Comparten tanto beneficios como riesgos del emprendimiento
· Tienen voz y voto en aspectos operativos que afectan su territorio
· Aportan conocimiento local y perspectivas culturales valiosas
· Participan en el monitoreo y evaluación continua de impactos
Por ejemplo, en lugar de que una empresa llegue con un plan de responsabilidad social prediseñado (becas escolares, centro de salud, etc.), un enfoque de socios implicaría co-diseñar el proyecto mismo con la comunidad, incluyendo decisiones sobre ubicación de instalaciones, uso de agua, contratación local y distribución de beneficios.
Cuando lo “bueno” no es tan obvio
Un segundo concepto relevante es el de “benevolencia presunta”, un término acuñado por la investigadora australiana Sara Bice para describir un sesgo cognitivo muy común.
¿Qué es exactamente? Es la tendencia inconsciente a asumir que un proyecto percibido como “bueno para todos” (como energías renovables o infraestructura de desarrollo) será automáticamente aceptado por las comunidades locales, simplemente porque responde a una necesidad global o crisis reconocida.
Creer que porque es “bueno para todos” es igual a “aceptable para todos” lleva a las empresas y gobiernos a subestimar (a veces con resultados trágicos para su viabilidad) la necesidad de diálogo genuino, adaptación local y respeto por perspectivas diversas.
Un ejemplo: En Australia, el proyecto Hunter-Central Coast REZ (zona de energía renovable) fue presentado como una iniciativa climática esencial y beneficiosa. Sin embargo, de 398 comentarios públicos recibidos, 369 se opusieron al proyecto. ¿Por qué? Porque para muchas familias agrícolas y mineras intergeneracionales, la transformación radical de su territorio y forma de vida no se percibía automáticamente como “benéfica”, a pesar de sus beneficios climáticos globales.
Como señala Sara Bice: “No todos ven los cambios requeridos para la transición energética desde el mismo marco, especialmente aquellos para quienes la transición implica cambios importantes, probablemente irreversibles, que alterarán sus comunidades locales, tierras, medios de vida o identidades.”
Más allá de las acciones individuales
El tercer concepto a considerar es el de “eficacia colectiva”, que se refiere a las circunstancias y creencias sistémicas necesarias para lograr un resultado social deseado.
¿Qué significa en la práctica? Que ni la LSO ni la RSE pueden lograrse mediante acciones aisladas o unilaterales. Requieren la construcción de ecosistemas de confianza, legitimidad y colaboración entre múltiples actores.
Una empresa puede implementar el programa de RSE más completo del mundo, pero si opera en un contexto de desconfianza histórica, instituciones débiles y conflictos no resueltos, probablemente su aceptación social será muy dificultosa. La eficacia colectiva requiere invertir en fortalecer el tejido social y las capacidades institucionales locales, no solo en programas corporativos aislados.
Como dijo Albert Bandura, el psicólogo que acuñó este término: “Se necesita un gran esfuerzo unido para desalojar prácticas perjudiciales arraigadas.” La construcción de confianza y legitimidad es un esfuerzo colectivo, no solo corporativo.
Cuando lo global no “gotea hacia abajo”
El cuarto concepto clarificante es el de “efecto de compresión”, que describe una asimetría fascinante en cómo fluye la aceptación social entre diferentes niveles.
Investigaciones recientes muestran que mientras la aceptación social a nivel local puede influir “hacia arriba” en la legitimidad societal, lo contrario no parece ser cierto: la aceptación a nivel societal no “gotea hacia abajo” automáticamente hacia las comunidades locales.
¿Por qué es importante? Porque desafía la suposición de que los consensos globales o nacionales (como por ejemplo, la necesidad de energías limpias) se traducirán automáticamente en aceptación local.
Un ejemplo: La creación de un relleno sanitario recibiría sin dudar, el apoyo de toda la sociedad a la que servirá, y a los actores políticos, gubernamentales y empresariales vinculados. Sin embargo, es posible /y probable) que las comunidades locales se opongan firmemente al proyecto, no necesariamente porque rechacen su utilidad o su necesidad, sino porque cuestionan cómo estos proyectos se implementan en sus territorios sin su participación efectiva y cambian significativamente su modo de vida.
Hacia un nuevo enfoque: Cinco ideas prácticas
· De la consulta a la co-creación
Enfoque tradicional: Consultar a las comunidades sobre proyectos ya diseñados.
Nuevo enfoque: Involucrar a las comunidades como socias desde la conceptualización misma del proyecto, co-diseñando aspectos fundamentales como ubicación, escala, tecnología y distribución de beneficios.
Pregunta clave para el emprendedor: ¿Estamos dispuestos a modificar aspectos sustanciales del proyecto basados en el input comunitario?
· Desafiar activamente la benevolencia presunta
Enfoque tradicional: Asumir que proyectos “buenos” serán automáticamente aceptados.
Nuevo enfoque: Cuestionar activamente nuestros propios supuestos, reconociendo que diferentes grupos pueden tener visiones legítimamente distintas sobre qué constituye “desarrollo”, “progreso” o “beneficio”.
Pregunta clave para el emprendedor: ¿Hemos creado espacios genuinos para escuchar perspectivas que desafían nuestra visión del proyecto?
· Construir ecosistemas, no solo programas
Enfoque tradicional: Diseñar programas corporativos aislados de RSE.
Nuevo enfoque: Invertir en fortalecer el tejido social y las capacidades institucionales locales para la colaboración, el diálogo y la resolución de conflictos.
Pregunta clave para el emprendedor: ¿Estamos contribuyendo a la eficacia colectiva del sistema social donde operamos?
· Priorizar lo local sobre lo global
Enfoque tradicional: Buscar legitimación principalmente a través de estándares globales y reconocimientos internacionales.
Nuevo enfoque: Reconocer que la legitimidad se construye principalmente de abajo hacia arriba, priorizando la construcción de relaciones y confianza a nivel local.
Pregunta clave para el emprendedor: ¿Estamos prestando tanta atención apropiada a las certificaciones de sostenibilidad como a las relaciones locales genuinas, de modo que ambas sean compatibles?
· Integrar diversas formas de conocimiento
Enfoque tradicional: Priorizar conocimiento técnico-científico y económico.
Nuevo enfoque: Crear espacios para integrar genuinamente diversas formas de conocimiento, valoración y significación, especialmente de comunidades tradicionalmente marginalizadas.
Pregunta clave para el emprendedor: ¿Hemos incorporado conocimientos locales o tradicionales en nuestro proceso de toma de decisiones?
En definitiva, ¿estamos creando valor compartido?, ¿generamos acuerdos para el desarrollo?
Al final del día, las etiquetas “LSO” y “RSE” importan menos que la realidad que representan. Lo fundamental es construir relaciones auténticas y justas entre empresas y comunidades, basadas en el respeto mutuo y beneficios compartidos.
En un mundo donde las comunidades están cada vez más empoderadas y conectadas, las empresas que logren navegar estas complejidades no solo obtendrán mayor legitimidad social, sino que contribuirán a construir sociedades más justas, inclusivas y sostenibles. Y eso, al final, es bueno para todos.
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